miércoles, 19 de febrero de 2014

El mal de la fobia al silencio.

Si hay algún defecto peligroso, dañino tanto para ti como para los que te rodean ese es ser un bocazas , hablar sin discreción , sin caer en la cuenta de que quizás puedas herir a alguien con tal de no dejar que se produzca el incómodo silencio que todos tememos . Silencio que todos rechazamos porque cuando estamos con un grupo de personas, ya sean compañeros de clase , amigos, familiares... es señal de que algo va mal, de que estamos siendo aburridos y si no tienes la seguridad y quizá la valentía necesaria para afrontar ese silencio y entender que hay ocasiones en las que las palabras sobran puedes llegar a cometer el terrible error de querer imponer una conversación absolutamente absurda que seguramente derivará en cotilleos , burlas o meras opiniones que pueden sentar mal a cualquiera que te rodee.



¿Quién no desearía de vez en cuando tener una cremallera por labios para así poder cerrar la bocaza cuando es necesario y no decir cosas de las que nos podamos arrepentir? Yo misma querría ser mucho más reservada, si bien en ocasiones es incontrolable y se hace sin maldad alguna es indeseable que se produzcan confusiones semejantes producidas por palabras que se van enrollando en inútiles madejas que pierden lo positivo en cuestión de segundos y enredan cada vez más la negatividad de cada sintagma sembrando poco más que rencor a causa de malentendidos .
Finalmente no queda otra opción que mentalizarse y aprender a controlar la impulsividad y si en algún caso (que el destino nos libre) cometemos semejante imprudencia, saber pedir perdón con humildad y retractarse si es necesario.

Personalmente siento realmente todo aquello que he podido decir sin querer y que pudo molestar alguna vez a alguien . Creo que pocas personas hay que caminen por el planeta sin este tipo de cargas sobre la conciencia . El humano acostumbra a cometer estos errores fatales pero, bien es sabido que todo se puede solucionar menos la muerte.